viernes, 13 de enero de 2012

DIARIO DE UNA RECEPCIONISTA XXI (...mi otra vida)

Mi recepción, es mi casa, mi segundo hogar.

Allí me despierto y hago mi cama antes de comenzar... que es como abrir el programa y dejar todas las entradas listas, lisas y preparaditas. Veo si tengo bolis, grapas, folios, si tengo a quien despertar, si tengo mucho que hacer, leo el diario de recepción para ver que nos hemos escrito las compis y hacerme una imagen mental de como fue la tarde y la noche,... leo los emails y por fin para mí, eso es como ahuecar las almohadas y pasar la mano por la colcha para alisar las arrugas y salir de la habitación para empezar un nuevo día.

Me tomo mi cafelito de las mañitas con mis galletitas mirando hacia el inmenso ventanal del backoffice que da un jardín asilvestrado y poco cuidado pero con aire a selva tropical sin orden ni concierto... se va haciendo la luz durante ese calentito café y me doy cuenta día a día en la soledad de las horas tempranas de recepción, que aquí soy un poquito más feliz.

Salgo de casa, o del backoffice y me pongo manos a la obra,... en la república independiente de mi casa no manda nadie, y todos tenemos una habitación en este hogar, su sitio.

El que me visita primero es mantenimiento "que tal recep, que bien te veo"... Recep: sí sí no como la tv de la 007.

Luego llega los tacones lejanos de la chica de administración "Recepcionistitaaaa, que bien te veo"... Recep: sí sí como el proveedor que te dejó 4 mensajes ayer.

Ella se toma un Nexpresso Volutto (uhmm todavía me impregna el olor) mientras revisa las cajas de la jornada anterior. Hablar con ella es como ir al banco pero te atiende una chica más guapa y más simpática. (otro día hablaré de las recepciones de otros sitios que no son hoteles).

La gobernanta de mi corazón viene poco después y con suerte nos encontramos las tres... 5 minutos juntas cuando el hotel aún está despertándose es como las mañanas de tele5, corazón-corazón, sálvame diario o la noria juntas...

Luego todos volvemos a nuestro trabajo y nuestra relación se torna más profesional y distante, pero no sin falta de cariño.

Al final, dejo las cosas listas para la siguiente, le doy el último vistazo a mis clientes, a mi recepción, a mi jardín salvaje y me despido para terminar el día, dormir y soñar, en mi otra vida, para levantarme de nuevo y vivir mi segunda vida en mi segundo hogar, mi hotel.



Recepcionista

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